¿Qué ocurre en nuestro cerebro al meditar?

La manera en que la ciencia moderna ha podido demostrar innumerables beneficios de la meditación, es realmente fascinante.

Para comenzar, remontémonos a los fines de los años ‘70, cuando un biólogo estadounidense logró demostrar una importante mejoría del dolor crónico en un grupo de pacientes que fueron sometidos a un particular entrenamiento contemplativo. Esta experiencia ocurrió en el hospital general de Massachusetts. El biólogo era Jon Kabat-Zinn; y el método era una adaptación de la meditación budista Vipassana que bautizó como MBSR (Mindfulness Based Stress Reduction).

Desde este momento en adelante, el método MBSR se comenzó a utilizar en todo el mundo para hacer investigación seria en meditación.

Sara Lazar, neurobióloga de la universidad de Harvard, utilizó este método (MBSR) para estudiar los efectos de la meditación, y logró demostrar cambios anatómicos en áreas del cerebro de personas que practicaban meditación. Uno de sus hallazgos fué el aumento de la densidad neuronal, (crecimiento), en la corteza prefrontal de los meditadores.

La corteza prefrontal se relaciona con las funciones ejecutivas del cerebro como la atención, la concentración, la autorregulación de las conductas, algunos aspectos de la memoria y la capacidad de empatizar con los demás.
En relación a este aumento de densidad neuronal en la corteza prefrontal de los meditadores, éstos experimentaron una mejoría en su capacidad de concentración, de prestar atención, en la memoria de trabajo y en entender los distintos puntos de vista de los otros.

Otro hallazgo importante, fué la disminución del tamaño de las amígdalas cerebrales entre los sujetos de estudio que practicaban meditación. Las amígdalas cerebrales son parte del sistema límbico y se relacionan con las respuestas de lucha, defensa, miedo y huída.
En relación a esta disminución del tamaño de las amígdalas cerebrales en los meditadores, éstos mismos experimentaron más calma, más tranquilidad, menos impulsividad y menos reactividad.


Un descubrimiento adicional de estudios de Sara Lazar, fué el relacionado con el impacto que puede tener la meditación en enlentecer el natural deterioro de las capacidades cognitivas que ocurre al envejecer.
Cuando los meditadores mayores de 50 años eran comparados con los no meditadores de la misma edad, los primeros tenían menos signos neuroradiológicos de la clásica atrofia cerebral que ocurre con el paso de los años.
La cantidad de pliegues de la corteza cerebral de estos meditadores mayores de 50 años, era similar al aspecto de los cerebros de personas de 25 años.

En todos los sujetos de estudio de Sara Lazar, no hubo ningún cambio en las situaciones externas de sus vidas, el cambio había ocurrido dentro de ellos y obedecía al fenómeno llamado NEUROPLASTICIDAD NEURONAL. La Neuroplasticidad neuronal es la capacidad que tiene nuestro cerebro de cambiar , en estructura y función, ante la experiencia.

Es muy recomendable entonces, intencionar voluntariamente el uso de esta capacidad cerebral, eligiendo actividades donde se desarrolle una neuroplasticidad neuronal que nos traiga beneficios en nuestra salud mental. Una de estas actividades es la meditación.

Dentro de la vasta área de la investigación neurocientífica sobre la meditación, es sumamente importante mencionar a tres importantes investigadores. Ellos son Richard Davidson, Matthieu Ricard y Antoine Lutz.

Estos 3 científicos trabajaron durante 15 años investigando los efectos cerebrales y conductuales de la meditación. Estudiaron a meditadores monjes y laicos con resonancia magnética funcional y electroencefalograma de superficie.
Su trabajo permitió esclarecer y mapear las zonas del cerebro que se activaban durante la meditación.
Fué así como lograron determinar cuáles son las áreas cerebrales que se activan cuando la mente está distraída o ausente del presente, pérdida en historias del pasado o en preocupaciones del futuro.
Esta área cerebral de distracción mental se conoce hoy como Red neuronal por defecto o Default mode network. Esta red neuronal fué descubierta por el neurólogo estadounidense Marcus Raichle.

Cuando la mente se encuentra en este estado de distracción mental, el personaje principal de este vagabundeo de historias mentales es el Ego, YO o SELF. Este último punto es sumamente importante ya que gran parte de los conflictos y crisis actuales del mundo moderno, se deben a la extrema solidez de esta figura (Ego, Self, YO), que se siente tan separada, desconectada, y en continuo combate contra los otros seres o el mundo. Si el excesivo vagabundeo mental fortalece la figura de este Ego sólido, separado, desconectado, y en continuo pie de guerra, valdría mucho la pena encontrar una manera de disminuir suavemente la solidez de esa figura. La meditación puede ser esa manera.

Cuando una persona realiza la meditación Shamata, puede elegir como objeto de meditación el prestar atención a su respiración. Cuando esto ocurre, la actividad de la Red neuronal por defecto disminuye, y se activa otra zona del cerebro que se ha llamado red de atención focalizada. Esta zona cerebral de atención y concentración focalizada se ubica en la corteza prefrontal dorsolateral.

El hecho de poder disminuir la excesiva actividad de la red neuronal por defecto, permite aquietar la mente, disminuir la intensidad del incesante torbellino de ideas y pensamientos que agitan la mente del occidental contemporáneo, y suavizar la solidez del YO, Ego o Self.
Gran parte del origen del estrés, la ansiedad y la depresión se originan en la hiperactividad de esta red neuronal por defecto. Es por esto que la meditación se ha utilizado con éxito para tratar estos últimos trastornos de la salud mental.

Cuando estros tres investigadores estudiaron los efectos de la meditación sobre Altruismo (Metta), y Compasión (Karuna), descubrieron importantes activaciones de la corteza somatosensorial, la corteza insular y la unión temporoparietal. El correlato conductual de la activación de estas áreas cerebrales, era la aparición de una actitud que iba más allá de la simple empatía hacia los otros. Los meditadores eran capaces de comprender y sintonizar con el dolor del otro, pero sin desarrollar sentimientos de abatimiento y pesar frente a ese dolor. Esta era la gran diferencia con la clásica empatía.
En los meditadores se instalaba un positivo deseo de que las personas pudieran liberarse de sus pesares. Incluso estaban dispuestos a ayudar a las personas que sufrían, sin sentirse abatidos o agotados por ello.
Como la meditación centrada en el Altruismo y la Compasión van dirigidas hacia el beneficio de todos los seres, los practicantes avanzados de este tipo de meditación refieren adquirir una sensación menos sólida y menos rígida de esta figura llamada YO, Self o Ego.

En los últimos 10 años, el Dr. Fadel Zeidan de la universidad de San Diego/California, ha trabajado específicamente en el área de meditación y dolor.

Sus investigaciones demostraron que cuando las personas entrenadas en meditación eran sometidos a estímulos dolorosos controlados, se activaban tanto la corteza órbitofrontal como la corteza cingulada anterior. Estas áreas cerebrales son muy importantes para eliminar los componentes emocionales aflictivos asociados a la experiencia del dolor.
Normalmente la información dolorosa llega a un área del cerebro llamada Tálamo, y luego viaja hacia la corteza somatosensorial para darle ubicación e intensidad al dolor.
En los estudios del Dr. Zeidan, se demostró una disminución de la actividad del tálamo y de la corteza somatosensorial en los meditadores que eran expuestos a estímulos dolorosos controlados. Esta respuesta permitió que los meditadores le pusieran un puntaje más bajo al mismo estímulo doloroso que los no meditadores puntuaron como más intenso.

Finalmente, y en un ámbito que va más allá de nuestro cerebro, Perla Kaliman , investigadora en bioquímica de la universidad de Buenos Aires, ha trabajado con Richard Davidson en un estudio donde se demostró que la meditación puede disminuir la duración en el tiempo de un alza de cortisol frente a un estímulo psicológico estresante. Esto es bastante importante en la génesis de muchas enfermedades que tienen como punto de partida el estrés crónico con cortisol plasmático elevado.
Otro hallazgo sorprendente de los estudios de la Dra. Kaliman, fué que la meditación puede suprimir la expresión de genes relacionados a la inflamación.


Nuestros cursos de meditación siguen las enseñanzas de la milenaria tradición budista, pero le agregamos la mirada de la neurociencia moderna, que ha hecho importantes descubrimientos sobre los beneficios de la meditación en nuestro cerebro, nuestras conductas e incluso nuestros genes.
Meditemos.cl , una mirada entre la ciencia y la espiritualidad.
Si quieres información acerca de nuestras actividades, pincha el link nuestros cursos , o escríbenos a nuestro correo contacto@meditemos.cl

Bibliografía.
– Jon Kabat-Zinn. Four year follow up of a meditation based program for the self regulation o chronic pain. The clinical Journal of Pain Vol 2, Nº 3 1986.

– Sara Lazar. Meditation can change our brain. TedxCambridge 2011. YouTube.

– Richard Davidson, Matthieu Ricard y Antoine Lutz. En el cerebro del meditador. Investigación y Ciencia Enero 2015.

– Los beneficios de la meditación. Richard Davidson y Daniel Goleman. Editorial Kairós.

– Fadel Zeidan. A different approach to pain management: Mindfulness meditation. TedxEmory. YouTube.

– Perla Kaliman. La ciencia de la meditación: De la mente a los genes. Editorial Kairós.

– Dr. Jorge Seguel S. Meditación: Una nueva estrategia para el manejo del dolor. Revista médica Clínica Las Condes. Vol 30, Nº6, Nov-Dic 2019.

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